La disociación en la infancia y adolescencia es una estrategia de afrontamiento cuando los chicos y chicas han sobrevivido a experiencias adversas, en las que no se ha atendido a sus necesidades básicas
Este artículo va dirigido a todos los adultos que apoyan, que dan clase, que están al cuidado o que sean padres y madres de niños y niñas que utilicen la disociación como una manera de afrontar una experiencia que les abruma.
Índice de contenidos:
¿Qué es la disociación?
La disociación es un mecanismo de supervivencia que suele pasarse por alto muy a menudo en niños/as traumatizados. Imaginemos que uno de los padres está maltratando físicamente a su hijo. En el momento en el que la violencia tiene lugar, el niño no puede defenderse ni escapar, pero sí puede escaparse mentalmente. Todo ser humano tiene una habilidad natural de escapar mentalmente de la realidad cuando sus traumas se vuelven absolutamente inaguantables. Los bebés y los infantes se disocian cuando están en peligro o cuando lo que experimentan les resulta insoportable. La disociación es imprescindible para los infantes y niños que están pasando por experiencias espeluznantes; les permite salir adelante ante el miedo que les abruma.
Un niño o niña se puede seguir disociando aunque ya no esté en peligro. Su cerebro no puede desactivar esa estrategia de afrontamiento. Debido a que los recuerdos se fragmentan en muchas piezas pequeñas a través de la disociación, los niños pueden tener con cierta frecuencia un flashback de un recuerdo, un sentimiento, una conducta o incluso dolor físico sin entender qué fue lo que lo provocó y el por qué. Esto puede resultar desconcertante y confundir para el niño o niña. Todo lo que saben es que se sienten en un peligro inmediato.
Cuanto más espeluznantes hayan sido los traumas del niño/a, más propensos serán a disociarse, y los niños y niñas que se encuentran en peligro constante desarrollarán formas cada vez más sofisticadas de disociarse.
Separación cuerpo y mente
La disociación es una separación o desconexión entre pensamientos, sentimientos y conductas, así como una separación entre el cuerpo y la mente. Es la manera que tiene la mente humana de poner situaciones y recuerdos insoportables en distintos compartimentos.
Por ejemplo, es posible que un niño se acuerde de un evento traumático, pero no sienta nada respecto al recuerdo; que muestre conductas desafiantes, pero sin ningún recuerdo detrás de dichas conductas o que tenga dolor de estómago, pero no sienta ningún tipo de ansiedad.
Está claro que las partes de las experiencias del niño están conectadas, pero ellos aprenden a dejar de ser conscientes de dichas conexiones para sobrevivir.
Los niños y niñas no suelen percatarse de que se disocian o que se desconectan y no saben expresar a través de las palabras qué sucede. Desde su perspectiva, sus experiencias son las mismas que las de los demás. La disociación conlleva a un conjunto de conductas que a menudo los adultos pueden llegar a malinterpretar, tales como soñar despierto, mentir o tener problemas de concentración, entre otros. De hecho, la disociación no es otra cosa que el cerebro del niño queriéndolo mantener a salvo, apartándolo del peligro percibido en su día a día momentaneamente.
La disociación, cuando ha hecho falta, ha ayudado al niño o niña a sobrevivir en momentos de miedo y dolor inaguantables.
Con frecuencia, la disociación es parte de una gama compleja de dificultades. Puede obtener más información en Los 7 impactos del Trauma del Desarrollo
¿Existen distintos tipos de disociación?
Sí, existen distintos tipos de disociación, cada uno de los cuales le proporciona al niño o a la niña experiencias únicas. Algunos ejemplos son los siguientes:
Amnesia |
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Desrealización |
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Despersonalización |
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Confusión de la identidad |
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¿Cómo se sienten los niños y adolescentes al estar disociados?
Cuando los niños, niñas y adolescentes recuerdan un evento traumático, es posible que se disocien de los sentimientos o la amenaza del momento. Pueden mostrar a través de su conducta o decir cosas como las siguientes:
Algunas citas de niños y adolescentes nos dan pistas sobre cómo se sienten al estar disociados:
¿Cómo detectar cuando un niño o adolescente esta disociado?
Incapacidad para realizar tareas o seguir instrucciones, tales como un ejercicio propuesto en el colegio o prepararse para salir de casa. Pueden parecer lentos, inmóviles físicamente, inseguros de sí mismos.
Pérdida de memoria: no se acuerda de cosas que ha dicho o hecho o de ciertas tareas o habilidades habituales, como atarse los zapatos o sumar
Confusión y desorientación: por ejemplo con la hora, el día que es, donde esta y quién es.
Decir “nosotros” o “ellos”. Los niños/as cuando disocian se sienten como si fueran más de uno. Pueden llegar a decir de manera espontánea “no nos gusta eso” o “han dicho que no”, refiriéndose a sí mismos como varias personas.
Estar distraído/a por voces internas, por ejemplo parece que están manteniendo una conversación con una voz que nadie más puede oír
Pueden tener los ojos llorosos, la mirada distraída o ponerlos en blanco conforme pasan de estar en el “aquí y ahora” a estar en modo disociado. Da la impresión de que están soñando despiertos, abstraídos o que están teniendo pseudo-convulsiones.
Cambios bruscos de humor sin razón aparente. En un momento puede parecer que están tranquilos y al siguiente estén atemorizados, enfadados, tristes u otra cosa.
Cambios de comportamiento y de apariencia sin motivo aparente, como cambios en la voz, en la forma de vestir, en su letra, en su pelo y hasta en las expresiones de la cara.
Regresión: el niño/a empieza a comportarse como alguien con menos edad de la que tiene a través de la voz, el lenguaje y la conducta. Puedes tener la sensación de que parecen más pequeños/as de la noche a la mañana.
Muchos niños/as y adolescentes que están disociados recurren a la autolesión como una forma de “despertarse” o de “calmarse”. La autolesión puede ser una forma de autorregulación.
Negación de comportamientos erróneos: negar que ha dicho o hecho algo malo, no miente es que no lo recuerda, aunque lo hayas visto con tus propios ojos.
Puede haber síntomas físicos sin explicación médica, que aparecen y desaparecen con el tiempo y que causan verdadero dolor o angustia.
Despersonalización. El niño/niña puede tener la sensación de estar fuera del propio cuerpo, pero no pensar nada al respecto. Es posible que digan que lo que ha ocurrido “no han sido ellos” o que el cuerpo no es suyo: “han sido mis piernas, no yo”. Puede conllevar también a conductas tales como orinarse, ya que su cuerpo y su cerebro no se comunican entre sí.
Embotamiento o sentirse muertos por dentro. Los niños/as están presentes y son conscientes de sus alrededores pero se sienten embotados; despegados emocionalmente, desconectados y vacíos. Cuando están en este estado, a los adultos les pueden parecer niños/as distantes.
Partes disociativas
Los niños, niñas y adolescentes que se disocian tienden a tener distintas “partes” disociativas. Nos lo podemos imaginar como un teléfono móvil con diferentes apps. Cada app hace algo útil, pero ella sola no es capaz de hacer funcionar el telelefono. Para que este funcione como tal se necesitan habilidades colectivas.
Existen muchas otras metáforas referentes a la multiplicidad. Algunas de esas ideas son:
Las partes disocaitivas puede ser vistas como útiles, ya que cada una de ellas tiene un propósito para luchar por la supervivencia, por ejemplo, al niño, niña o adolescente le puede permitir:
- Luchar por su vida cuando se siente en peligro
- Presentarse como brillantes y vitales
- Hacer bien el examen
- Contener la rabia
- Conformarse y cumplir con lo requerido
- Sostener la tristeza
Por otro lado, los niños, niñas adolescentes que son disociativos no tienen por qué conocer estas partes, pudiendo sentir como si cada parte tuviera una mente propia. Por eso, los adultos que los apoyan, deben ayudarlos a que vean que esas partes alguna vez fueron útiles, y que se deben recibir, celebrar y aceptar, aunque ya no se necesiten. Con el paso del tiempo esas partes que ya no se usan, incluso nos pueden servir.
Cómo podemos ayudar a los niños, niñas y adolescentes que se disocian.
Principios generales
Hay que ayudarlo a darse cuenta de que aunque necesitaba esas estrategias en el pasado, ahora puede aprender a librarse de las mismas porque está a salvo. Explicarle que no puede hacerlo solo, y que los adultos que están a su alrededor lo van a ayudar.
Hazle saber que ahora está a salvo. El papel del adulto es conseguir que lo sienta (hay que ser creativos)
Aunque se les tiene que hacer responsables de sus acciones, cuando están disociados, se debe evitar castigarles, o darles respuestas adultas que les produzcan vergüenza. Esto incrementará la disociación en los chicos y chicas.
Utilizar un lenguaje que exprese la aceptación y celebre las distintas partes disociativas y la forma en la que han aprendido a afrontar las situaciones.
Es necesario proporcionar retroalimentación sobre lo que han hecho y dicho en el momento en el que estaba disociado/a, pero sin culparle ni de forma que le produzca vergüenza.
Asegúrate de que los adultos que sean importantes para el chico o chica entiendan lo que están viendo. Esto incluye a los padres/cuidadores, los profesores, familia extendida y amigos de confianza. Comparte este recurso si te resulta útil.
En el momento de la explosión no te paralices porque no seas capaz de detectar sus detonantes, lo que el chico o chica necesita es sentirse seguro de nuevo. Ten en cuenta que los chicos y chicas que se disocian, a veces, explotan por sentimientos y sensaciones internas que no se muestran en el exterior.
Si detectas detonantes, haz lo que puedas para prevenirlos y reducirlos. Si no se pueden evitar, proporciona al chico o chica algo de información para que pueda entender qué pasa y por qué.
Tips de ayuda
Tu principal objetivo a la hora de ayudar a un chico o chica que se disocia es el de traerle de vuelta al “aquí y ahora” y ayudarlo a sentirse seguro. Puedes hacer esto de distintas maneras. Algunos ejemplos son los siguientes:
- Mantén el contacto visual
- Háblale en voz baja, lentamente y con tranquilidad.
- Llámalo por su nombre, recuérdele que está seguro y dónde está (“Sara, estás en casa, soy yo, mamá”)
- Hazle preguntas simples de forma amable: ¿Sara, me puedes decir dónde estás? ¿Cómo te llamas? ¿Cuántos años tienes?
- Tócalo suavemente (como ponerle la mano en la rodilla o en la mano)
- Utiliza un olor fuerte
- Ponle música
- Dale algo de comer o para masticar, o algo para beber
- Asegúrate de que se mueva. Por ejemplo, ayúdalo a levantarse, a caminar, o a tirar de un cojín de un lado a otro
- Hazle preguntas con respecto a sus alrededores (“Sara, ¿qué ves? ¿Qué escuchas? ¿Qué hueles?”)
- Sácalo a pasear y caminad por la hierba, preferentemente descalzos
- Si tenéis una mascota, pídele que le acaricie
Para los adolescentes, un teléfono móvil puede ser el puente conector entre un momento disociativo (“entonces y ahí”) y el presente (“aquí y ahora”). Si tu jovencito/a tiene un teléfono móvil y sabes que ha explotado o se siente vulnerable, envíale mensajes de con regularidad para ayudarlo a estar presente.
Recuerda: El sistema nervioso trabaja en una secuencia. Los jóvenes a menudo pasan a la reacción de lucha, huida o parálisis a medida que vuelven a estar completamente presentes. Si empiezan a “rechazarte” o a “querer evitar” lo que acaba de pasar… estás en el camino correcto. Si puedes traer diversión, humor y risas, entonces has activado su sistema de compromiso social y volverán a estar en el presente contigo. |
El rol de la evaluación psicológica y la terapia
Si sospechas que un niño, niña o adolescente hace uso de la disociación, es importante buscar una evaluación exhaustiva con un especialista en trauma. El especialista nos podrá confirmar si se disocia y ayudaros a entender la interacción entre la disociación y otros aspectos del trauma complejo. Solo se podrán identificar las necesidades terapéuticas del niño a través de una evaluación adecuada.
La terapia puede ser de ayuda para los niños que sufren de trastornos disociativos si están viviendo en un hogar seguro y estable. Entre las metas en terapia se incluyen las siguientes:
- Establecer seguridad al niño, y reducir la probabilidad de la reexperimentación del trauma.
- Enseñarles cosas sobre la disociación, y cómo han aprendido a sobrevivir.
- Ayudarles a hablar de sus necesidades e identificar cuándo se están disociando de forma que puedan mantenerse cada vez más relajados con el paso del tiempo.
- Procesar y darle sentido a cualquier recuerdo corporal o explicito que tengan con respecto a su trauma.
La terapia tiende a integrar una gama de acercamientos terapéuticos (no existe una única solución para todos) y es progresiva y a largo plazo. Es importante crear una red de apoyo terapéutica alrededor del niño/a que incluya a los padres/cuidadores y a las personas que trabajan en su entorno (colegio/instituto, familia extensa, educadores…)
Autor: Dr. Shoshanah Lyons, Beacon House Therapeutic Services and Trauma Team (www.beaconhouse.org.uk/useful-resources) Febrero 2020
Puedes contactar al autor a través del siguiente correo: s.lyons@beaconhouse.org.uk
Traducción: Juan Esteban Ríos Deogracias
Desafíos en psicoterapia: trauma complejo, apego y disociación.
Taller Vivencial sobre la disociación