Lectura de “Inocencia Trágica” (Agatha Christie) desde mi experiencia
INOCENCIA TRÁGICA (Agatha Christie) (1.958) ¿Por qué nadie nos contó esto?
No me considero un caso especial. Pertenezco a las miles de personas españolas de entre 30 y 60 años que han adoptado algún hijo. Dos en mi caso, o mejor dicho nuestro caso, pues nuestras adopciones fueron hechas por mi marido y por mí, hace ahora 21 y 17 años.
Y cuando digo no considerarme un caso especial me refiero a que, tanto mi marido como yo, somos de esa generación de adoptantes que hemos tenido que ir descubriendo, a medida que crecían nuestros hijos, la cara B de la adopción, eso que nadie nos contó nunca porque nadie parecía saberlo, al menos en España. Eso que miles de familias adoptivas hemos ido descubriendo, horrorizados a veces y desesperados otras, de los “tesorillos” que escondían las adopciones en cuanto a sufrimiento, dificultad de integración, trabas al crecimiento madurativo de nuestros niños y otras rarezas a las que no encontrábamos respuesta ni tratamiento… Peculiaridades, anomalías y desencuentros que nos han hecho y nos hacen sufrir tanto, en el camino, a padres y a hijos adoptivos…
Así que no fuimos los únicos que adoptamos en su momento pensando que el amor lo puede todo, que nuestros hijos son hijos del corazón aunque no lo sean de sangre, y que todo iría bien porque nosotros queríamos que todo fuera bien. Hasta que a eso de los 8 años nuestros hijos empezaron a darnos algún quebradero de cabeza, algún susto en cuanto a su comportamiento, alguna sospecha de que no todo iba a ser tan fácil como habíamos imaginado, sino que los procesos de crecimiento de los niños y niñas adoptados conllevan mucha más complicación, y requieren mucha más preparación que la que nosotros teníamos…
Y heme aquí que hoy, cuando mis hijos tienen 20 y 23 años y llevamos recorrido como familia un largo camino de dificultades de todo tipo, acabo de terminar una novela de Agatha Christie, publicada en 1958, traducida al español como “Inocencia Trágica”, y no dejo de asombrarme de lo mucho que por aquel entonces se sabía ya sobre la verdadera dificultad de educar a un hijo adoptado. O visto desde el otro lado -el del hijo-, la verdadera dificultad de crecer en una familia siendo adoptado. ¿Cómo podía saber tanto de este tema Agatha Christie hace más de 60 años? ¿Y por qué en España nadie parecía haberse enterado hace solo 20?
No es mi intención destripar a nadie una magnífica novela de intriga como lo son todas las de esta escritora inglesa del siglo pasado, pero no voy a esconder que el tomo ha quedado lleno de post-its de colores señalando una y otra descripción de los personajes, hijos, hijas, madre y padre (aquí no se libra nadie), en las que he podido identificar, casi como si se tratara de un catálogo, diferentes patologías de apego, descubrir rasgos de mis dos hijos -tan diferentes entre sí- e incluso míos que, de haberlo sabido en su momento, hubiera intentado limar para no poner las cosas más difíciles… Aunque sea a toro pasado, desde aquí quiero dar las gracias a doña Agatha Christie por haberse atrevido a describir una familia de 4 hijos adoptados, todos tan diferentes pero tan reveladores para mí en estos momentos. Y gracias a mi hermana mayor, M., lectora empedernida de buenas novelas de todos los tiempos, por haberme dado el chivatazo.
Leedla y veréis la cantidad de información que hubiéramos querido tener, no ya en 1958 (quizá un poco pronto para nosotros), sino en los años 90 cuando ya casi todos nos entregamos a la apasionante pero también durísima -ahora lo sabemos- aventura de la adopción.
Una Madre de PETALES España
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