Ser más pacientes (¡sí, aún más!)
¿Por qué aprender a ser más pacientes? Continuamente, nuestras hijas e hijos, nos están confrontando con situaciones, o descargas emocionales, que nos hacen perder la paciencia. Job se queda corto comparado con las pruebas que debemos soportar: que si una nueva mentira, que nos saca de quicio, las ofensas con que nos regala al llegar a casa, la pérdida del nuevo móvil, el enfado inesperado en medio de su celebración de cumpleaños, la negativa a salir del cuarto, el nuevo parte que nos llega de la escuela, y un largo etcétera
La irritación, el cabreo, la ira, son fruto de esa pérdida de paciencia. Vamos a ver cómo recuperarla y fortalecerla.
Y esto lo vamos a hacer con un trabajo de reflexión y con ejercicios de atención plena (Mindfulness) Por que sentir paciencia implica sentir mayor control de las situaciones, no tener que reaccionar de forma irracional, poder pensar en lo siguiente a hacer y poder crear una mejor solución al conflicto que se haya creado con nuestra hija o hijo. Por otro lado el nivel de estrés nos va a disminuir y la culpa por la mala reacción.
Veamos algunos ejercicios de atención plena:
- Podemos aprovechar cualquier momento, para estar bien atentos a lo que hacemos: por ejemplo preparando una comida, o limpiando y fregando, o escuchando a otra persona. (Con la actitud, mientras lo hago, de que lo más importante en ese momento es estar haciendo lo que hago en calma y sin prisa, ni ansiedad por hacer otra cosa) (Aceptar lo que hay plenamente)
- Otro ejercicio puede ser: sentarnos a respirar tranquilamente y observar lo que sentimos en un momento dado, tanto de sensaciones como de sentimientos. Y observarlo, sin identificarnos con ello. Por ejemplo si siento preocupación por algo, o me molesta la espalda, o estoy molesto con algo que me han dicho antes, tomaré nota mentalmente, pero no alimentaré esas sensaciones o sentimientos, sino que los dejaré estar, o los dejaré pasar y seguiré atento a lo que estoy haciendo (y si no hago nada , atento a mi respiración)
- Si ahora lo aplico a algo que tengo que soportar o padecer (ejemplo: un atasco, una riña injusta, un dolor, etc) me daré cuenta de mis sensaciones y sentimientos. Pero no para acongojarme, sino para liberarme de esa carga negativa y mantenerme en paz, por que así lo elijo. Elijo aceptar lo que vivo, sin sufrir. Está claro que si tengo que quedar por encima de alguien; o defenderme a toda costa de algo o alguien; o demostrarle algo por orgullo, no puedo tener paciencia. Así que debo cultivar también cierta humildad, generosidad y desprendimiento.
La paciencia es un acto voluntario de dejar pasar las cosas sin reaccionar
La paciencia ayuda a “mentalizar” (tema que trataré más extensamente en futuras entradas) por lo que mejora la conciencia de uno mismo, lo que pienso y siento y lo que el otro piensa y siente (a tener empatía con el otro), a la toma de decisiones, a mejorar las relaciones, y reduce la ansiedad.
Y nos hace más libres para vivir a nuestro ritmo y sin tantas expectativas. Sin estar juzgando a los otros ni a nosotros mismos.
Si queremos ser pacientes con nuestros hijos, tenemos que analizar :
¿Qué nos suele desencadenar el malestar y nos lleva al límite?:
- ¿Un comentario?
- ¿Gritos, gestos, actitudes?
- ¿Una continuidad de hechos?
- ¿Mi estado previo afectivo, físico? (sueño, hambre, agotamiento)
- ¿Estrés previo laboral, económico, familiar?
- ¿Épocas de regla? (para las mujeres)
- ¿Cuánto tiempo aguanto antes de saltar en cada caso?
- ¿Me tomo como personal cosas que no lo son? (en el caso de nuestras criaturas tenemos que hacer un esfuerzo por no tomarnos como personal casi nada)
- ¿Puedo dejar pasar cosas, sin vivirlo (en exceso) de forma humillante o injusta?
Ejercicio práctico para desarrollar la paciencia:
Visualízate en una situación difícil con tu hija o hijo, ejemplo: te ha gritado, te ha dicho que eres la peor persona del mundo y que nunca le has querido y que no sabes educar y que te odia y que a ver si te mueres de un cáncer doloroso. Ha pasado por tu lado que casi te tira y ha dado un portazo tremendo.
Ponte, en silencio, a respirar hondo y siéntete. Observa cómo estas en silencio durante un par de minutos, como respuesta a esa situación. Visualiza cómo no estás reaccionando negativamente. Comprueba en qué parte del cuerpo sientes la irritación , la frustración , el cabreo que te ha producido la escena y cómo vas disipándose a medida que respiras hondo y decides que lo que quieres hacer es calmarte y no devolver el golpe. Ni decir nada, ni hacer nada.
Practica este ejercicio durante una semana al menos.
Te servirá para mentalmente estar mas preparada/o a usar lo que has estado ensayando.
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