Han sido unas últimas semanas muy estresantes. Todo han sido urgencias de última hora, cambios, y problemas variados en todos los ámbitos.

Lo peor; ayer supimos que uno de nuestros compañeros ha enfermado súbitamente y no podrá acompañarnos. Se que se quedará cabizbajo mirando desde su ventana el mar, pensando en nosotros.  Pero no debes preocuparte, amigo Johny: tan pronto como te cures, estaremos juntos de nuevo nadando por una buena causa. Y entretanto, estarás en nuestro pensamiento

Aun me quedan un montón de cosas que hacer; especialmente empaquetar la ropa seca, el traje de neopreno, la bebida y la comida para el cruce, y un interminable etcétera de minucias que pueden marcar la diferencia entre conseguirlo o no.

Últimos minutos, llamadas de despedida, mensajes de ánimo, citas de organización. Mucho que pensar, y mucho que hacer.

Me da la sensación de que hasta ahora no hemos tenido tiempo para pensar a lo que nos enfrentamos. Tal vez, por eso nos atrevemos a hacerlo.

Pero da igual, mañana tendré tiempo de sobra para pensar. Tengo por delante 16.280 brazadas a las que encontrarle pleno sentido.

Prometo concentrarme en cada una de ellas. No sólo en la técnica estricta, sino también en la causa que hay detrás de este reto.

Pensaré en mi hijo. Pensaré en sus dificultades y en sus fortalezas. Recordaré los momentos buenos que he disfrutado con él, y reforzaré el amor que siento por él. Pensaré en quienes le apoyan y creen en él, y repasaré mentalmente todo lo que han hecho por él. Pensaré en mi pareja, y en como trabajamos juntos cada día por crear una familia “terapéutica”, venciendo a nuestros demonios interiores para hacer posible una realidad en la que mi hijo tenga una posibilidad.

Nos acordaremos de todos aquellos que nos han ayudado a hacer posible este reto. Vaya por delante nuestro agradecimiento para ellos, que sin demostrar nada, en silencio y con su amistad y cariño, nos han demostrado todo su apoyo.

Pero no sólo me acordaré de esos. También pensaré en quienes nunca han creído en él, y que con sus actos o sus omisiones, no le quieren permitir ser la persona que pueda llegar a ser. También a ellos les dedico este reto, para que sepan de mi energía y voluntad inquebrantable de cambiar su manera de pensar, de sentir, y de hacer.  Y les agradezco que nos hayan hecho más fuertes, como familia, y como personas.

Y además, pensaré en todos y cada uno de los niños de PETALES España que conozco y en sus familias, y en aquellos que aún no conozco. Mi corazón está con ellos.

Tendré tiempo de sobra.

Cada brazada es un abrazo para ellos.

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No olvideis por favor, que cada uno de esos niños y familias necesita vuestra ayuda. Difundid el reto, y si podeis, donad también:

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